¿Quiénes somos? Somos un grupo de revolucionarios invencibles, que no nos rendiremos jamás, que lucharemos en todos los frentes, incluso en el de las ideas.

Monday, May 17, 2010

¿Cuadro, igual LIDER?, Alejandro Martínez Pereiras

¿Cuadro, igual LIDER?

Revisando los materiales que seleccionaríamos para esta Edición No. 14, encontré un material que incluimos de inmediato en nuestras páginas, “El cuadro, columna vertebral de la Revolución”. Ernesto Che Guevara, verdadera esencia de la ideología revolucionaria, han pasado 48 años de su redacción, y aún sus argumentos siguen vigentes en toda su extensión.

Desde aquella fecha, en septiembre del 62, se han fundado decenas de escuelas de cuadros, en prácticamente todas las instituciones de nuestra sociedad, miles de cubanos se han preparado para ejercer funciones de cuadro, en la política, en lo militar, en la economía y en múltiples esferas de la tecnología y de la ciencia.

Y seguimos preparando, seguimos incluso trabajando hasta en el desarrollo de la reserva de éstos, en todos los niveles, pero podemos decir que estamos concluyendo esta tarea en 48 años de trabajo sistemático en su formación. La experiencia nos dice, que se ha estado produciendo un relevo de generaciones y con ellos sus directivos en todas las esferas de la sociedad, unos cesan en sus funciones, otros dejan el paso a los más competentes y otros se rinden ante las exigencias, sin cesar crecientes, de la vida político-revolucionaria de nuestro país.

¿Cuál serían la razón o las razones, del por qué no hemos saturado todas las esferas de los directivos necesarios?, varias pudieran ser las respuestas, en mi criterio, la primera esta referida a que la formación de un cuadro es una tarea bien compleja y continua, que no solo requiere formación técnico y profesional, sino de forma especial, una actitud ejemplar ante la vida, una formación política alta, que sepa discernir no solo los objetivos inmediatos, sino que sepa avanzar hacia una perspectiva a largo plazo, así como, que tenga una visión profunda del área que dirige y las personas que en ella intervienen.

Pero todo esto no basta para ser un buen directivo, hay que alcanzar la categoría de líder, y esto si es bien difícil, alcanzar el carisma, las condiciones y las posibilidades de conducir a un colectivo humano, ya es un momento superior en el cuadro, se podrá mandar bien, se podrá, incluso, hacer cumplir determinadas normas, pero quizás no se produzca el empuje adicional que le dan la conciencia y los sentimientos de los dirigidos al cumplimiento de la tarea orientada por su adalid.

No es apelar al oportunismo o al populismo descontrolado, y por supuesto no es llamar la atención con concesiones, privilegios en el colectivo, o lo peor, que se permita desviaciones de la conducta, para que se produzcan en ellos reacciones especiales. No, no, esos métodos han demostrado que a la larga, desprestigian, desmovilizan y convierten al colectivo en una pandilla y finalmente, cuando éstos se saturen, o sean revisados adecuadamente, la “felicidad alcanzada” se disipa y los que en un momento parecían “como hermanos”, se convierten en fieras asustadas que se atacan mutuamente y todo se desploma.

El líder de un colectivo, es aquel que con una adecuada preparación, es capaz de influir en la conciencia y en el corazón de las personas que dirige, un líder es aquel que con su ejemplo personal permanente y sistemático se lanza a conducir a sus dirigidos en la primera línea. Nadie podrá ser líder, solo desde una oficina dando orientaciones o presidiendo encuentros con los cuadros subordinados de manera constante, sin seguir de cerca el comportamiento de sus dirigidos directamente en su labor.

Para muchos les puede resultar complicado comprender en toda su profundidad, el cómo llegar a esos niveles de calidad profesional de un cuadro, y es verdad, no es sencillo, pero en nuestra sociedad se mueven múltiples ejemplos sobre esto, uno de ellos, aquel campesino matancero que con un grupo de guajiros de su localidad, conformaron una brigada de macheteros que inició la historia de las brigadas millonarias, Reinaldo Castro y sus compañeros realmente tenían condiciones excepcionales, pero él era un verdadero adalid que infundía sacrificio y trabajo constante.

Cuál sería el por ciento, que adiciona en su labor específica, un colectivo cuando está dirigido por un verdadero guía, es realmente difícil de medir, pero lo que si sabemos que se produce un verdadero salto en el entusiasmo, en la productividad y en la eficiencia de la obligaciones de los colectivos de que se trate. Otro ejemplo, en el deporte, como un equipo de pelota, que hombre por hombre es inferior a sus contrarios, que sus resultados no son comparables con los adversarios deportivos, como sucedió en la finalizada Serie Nacional, con el equipo Industriales, supo sacar el extra y terminar arrasando con los mejores equipos nacionales, muchas explicaciones podrán darse, incluso técnicamente aceptables, pero no hay dudas que el papel que desempeñó el director, Germán Mesa, fue un rol relevante.

Ni hablar en el campo de la historia de nuestra Patria, la administración estatal, política o de cualquier índole, señalan los historiadores que era realmente increíble el valor que desplegaban los generales mambises que combatían bajo las órdenes de Maceo y Gómez, se acuñó la frase entre ellos de “General por dónde cargo”, para definir el lugar por donde entrar en el combate, no importaba el riesgo o incluso la seguridad de que con esa acción ponían en juego su propia vida, era la orden de su jefe y había que lanzarse a pecho abierto sobre las bayonetas y el fuego del ejercito español, por supuesto tenían que apurarse en esos empeños, porque de seguro le disputarían a estos dos gigantes, el llegar primero a la línea de fuego.

Cuántos ejemplos no observamos de directivos de empresas o entidades, o incluso de territorios que logran resultados relevantes en su labor, por encima de sus homólogos vecinos, por supuesto, teniendo el mismo nivel de recursos, condiciones generales de trabajo e igualdad de política financiera y laboral.

Nadie podrá dirigir nada a través de papeles, y nadie alcanzará el respeto y el cariño de sus subordinados leyendo informes, de informes anteriores y de informes de sus cuadros de base. Este podrá ser jefe, pero no líder. Sus resultados, incluso en los mas capaces, serán escasos, aún hasta cumpliendo los planes, las fuerzas potenciales de su equipo se han tensado al 70 %, la reserva que está en el corazón de sus subordinados quedó intacta, la iniciativa creadora del total del colectivo se perdió, el estímulo al cumplimiento de forma especial de una tarea quedó eliminado, todos trabajaron “bien”, pero no se dio el salto que las necesidades requerían en un momento dado.

El líder es aquel que se mueve en todas las posiciones de su actividad, que reconoce que todos los que trabajan con él, son más importantes que él mismo, que comprende que todos necesitamos que se nos atienda, que se nos explique, que se nos pregunte, que se nos estimule moralmente y que se nos ayude en la comprensión de la tarea que realizamos.

El líder es el que sacrifica todo su tiempo por la tarea que dirige, es el que asume la ideología de la revolución y es capaz de ejecutarla personalmente con su ejemplo y trasmitirla a las masas que dirige con inteligencia y audacia. Las masas lo identificarán y de inmediato seguirán sus pasos.

La filosofía de la apelación exclusiva al interés material, puede ser válida en un momento, pero habrá que cumplimentarla con la conciencia suprema de los objetivos por los cuales trabajamos, habrá que cumplimentarla con el interés colectivo de construir una obra grande, no para uno, sino para toda una nación. Habrá que darle una alta dosis de espiritualidad para que sea constante.

Por ello, la formación de un cuadro es tan compleja, incluso es infinita, nadie se podrá graduar de cuadro, siempre estará en formación y superación constante, tendrá que a cada momento elevar su formación política e ideológica, para convencer y convencerse, que los constructores del socialismo y el comunismo, no se compran, los verdaderos constructores se educan, se forman en el bregar de la lucha, hasta llegar a la conclusión de que nada, ni nadie podrá apartarlos de sus objetivos, no importan las trabas y dificultades que se encuentren en el camino, que siempre serán muchas, habrá que saltar obstáculos y juntos, directivos y dirigidos, llegar al final feliz por el que todos trabajamos.

Pero quien no entienda o no sepa que significa “el cambio de estilo y métodos de trabajo”, una sola recomendación: imiten a Marti, imiten al Che, hagan igual que Fidel y que Raúl, ahí están los paradigmas más importantes.

Hay que descubrir a estos líderes naturales, apoyarlos y convocarlos a mostrar que es posible, que sí se puede dirigir, a golpes de ejemplo y abnegación.

Alejandro Martínez Pereiras

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