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Thursday, July 29, 2010

El eje del mal, Ricardo Delestre

(especial para ARGENPRESS.info)
El teórico bélico prusiano Karl von Clausewitz expresó que “la guerra es un acto de fuerza para obligar al contrario al cumplimiento de la propia voluntad y es la simple continuación de la política por otros medios”. Entre la primera y la segunda guerra mundial, se estima que perdieron la vida cerca de 44 millones de personas. En lo que históricamente, se han sustituido el uso de la jabalina, el arco, el venablo, la lanza y espada, por aviones de combate, helicópteros, barcos, ametralladoras y armas nucleares. Esto representa un comercio armamentístico billonario para los principales países del mundo, encabezando la lista Estados Unidos. El fin último de la guerra es el mismo, la muerte, el rendimiento y el dominio.


Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial han sido introducidos constantemente nuevos procedimientos de guerra, resultado de la aparición de innovadores materiales bélicos. Luego del bombardeo nuclear estadounidense sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, la guerra nuclear formuló un replanteo sobre la utilidad de estas armas, pues contempla la desaparición de la humanidad. “La destrucción mutua asegurada” hizo que criterios geopolíticos fueran resaltados, evitando el enfrentamiento entre superpotencias, el mejor ejemplo: la guerra fría —paz-guerra— entre las potencias nucleares: Los Estados Unidos de Norteamérica, y la desaparecida: Unión Soviética. Aunque exterminadora ésta contemplación, el uso del armamento nuclear no ha sido descartado del todo, lo quien bien podría utilizarse de forma general en caso necesario.

Actualmente, no en balde las turbias operaciones militares timoneadas por los Estados Unidos en Afganistan e Irák, desde el 20 de junio del año en curso naves militares estadounidenses, incluido el portaaviones Harry S. Truman y centinelas constituidas por submarinos nucleares y buques de guerra, navegan hacia las costas iraníes a través del canal de Suez. El objetivo: Irán.

No es del interés tanto de los estadounidenses como de los israelíes que Irán se fortalezca en la región. Y luego que ya Irak ha sido embolsillado, el único obstáculo es Irán, a quien el pasado presidente norteamericano —quizá el más nefasto de tiempos recientes— George W. Bush, cátalogó como un “eje del mal”.

El asunto sobre el desarmamiento nuclear iraní ya no cumple con el cedazo de la ONU afirman algunos. Para Uzi Arad, cabeza del Consejo Nacional de Seguridad de Israel y confidente del Primer Ministro Benjamín Netaniahu, “la última ronda de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra Irán es inadecuada para frustrar su progreso nuclear. Una operación militar preventiva podría ser eventualmente necesaria”, sentenció a los medios.

Y a estos efectos, están armados hasta los dientes Estados Unidos e Israel. La movilización comenzó. Las localizaciones militares que ostenta Estados Unidos en Oriente Medio debido a su guerra abusiva sobre Irak, son excelentes. El asunto de Irán no es cosa nueva para los estadounidenses. En medio de la Guerra Fría, Estados Unidos desempeñó un papel protagónico en el derrocamiento de un gobierno iraní elegido democráticamente. Y es que los estrechos vínculos de Estados Unidos con Israel son muy persuasivos en la política exterior estadounidense y, al parecer, Obama no ha sido inmune a estos cabildeos. “El Presidente Obama puede pronunciar cientos de discursos, tratando de conciliar contradicciones que son inconciliables en detrimento de la verdad, soñar con la magia de sus frases bien articuladas, mientras hace concesiones a personalidades y grupos carentes totalmente de ética, y dibujar mundos de fantasías que sólo caben en su cabeza y que asesores sin escrúpulo, conociendo las tendencias suyas, siembran en su mente”, manifestó Fidel Castro.

En este sentido cabría entonces preguntarnos: ¿Quién es el verdadero eje del mal? El mayor incitador de conflictos bélicos en la segunda mitad del siglo veinte y comienzos del veintiuno ha sido indubitablemente los Estados Unidos. Grandes fracasos bélicos embarraron a este país. La guerra de Vietnam, por ejemplo, constituyó la derrota militar de la rimbombante Norteamérica y una clara demostración de lo abusivo que puede ser este país cuando no tiene la acostumbrada —para ese entonces— victoria. En ésta guerra se denunció energéticamente el uso de agentes y armas químicas en plena violación a diferentes estatutos internacionales y sobre el Derecho de la Guerra. Se estima que para el 1975 la guerra de Vietnam había provocado la muerte a alrededor de 5 millones de personas —la mayoría de ellas civiles— y graves daños ambientales.

El uso y costumbre del Führer: la radicalización del nacionalismo alemán, emigró como por ósmosis a occidente, por lo que se puede ver, hace ya algún tiempo la radicalización del nacionalismo norteamericano y el ajustamiento de los discursos para fundamentar el American way of life, han provocado los actos más virulentos y detestables. Y es que este país se alejó hace mucho de los principios que lo fundaron. Además de ser el mayor contaminante del mundo, es el más belicoso, por lo que se ha convertido indudablemente empleando la frase de Bush, en un “eje del mal”.

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